La obra de la uruguaya Linda Kohen, quien cumple 100 años, invita a los espectadores a una exploración de sus situaciones actuales, mientras que profundizan en las preguntas existenciales que rodean nuestra existencia.
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Era 1923. Escasos cinco años habían pasados desde el final de la Primera Guerra Mundial y faltaban aún varios años para que la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial marcaran al mundo. La Unión Soviética, constituida tan solo un año antes, adoptó ese año su bandera oficial y, por primera vez, una máquina voladora creada por el hombre surcó los cielos de la Antártida.
Era una época muy distinta a la actual, con un sentido de la estética y una expresión artística diferente al que estamos acostumbrados. Esa fue la época que vio nacer a la artista uruguaya de origen italiano, Linda Kohen.
Durante toda su vida, han sido varios y distintos los lugares a los que llamó su hogar. Dejó Milán, en su Italia natal, para emigrar a Uruguay durante su infancia. Luego se vio obligada a marcharse a Buenos Aires y a Sao Paulo.
Al preguntársele cómo estas situaciones influyeron en su obra, Linda Kohen afirma que “simplemente influyó, como es lógico que lo haya sido”, sin saber a ciencia cierta en qué grado o de qué manera e, incluso, afirmando que cree que “es capaz que lo ve más otra persona que yo. La persona que lo escucha o que lo lee es la que puede sentir esa influencia”.
Su obra
La temática en su obra, que incluye múltiples descripciones de espacios vacíos y personas aisladas, explica la artista, “es tan evidente que responde a un estado de ánimo”, a la presencia de la soledad y de los continuos cambios de vida y de vivencias.
Aunque ha realizado obras en donde se aprecian multitudes, al consultársele cuál es el significado de la presencia de éstas, Kohen asegura que “son preguntas que me resultan muy difíciles, porque en realidad se contestan con la obra. Aparte el hecho, que eso es muy personal, como en mi niñez me crie en la Italia fascista, era muy común que hubiera enormes reuniones de pueblo y, en general, era para escuchar las palabras de Mussolini”.
Según explica, el concepto de la obra y de cómo trabajar se han mantenido intactos desde su inicio como artista. “Uno va tratando de superarse en el sentido de evitar la distracción en los detalles, para dar lugar a una expresión más importante, más completa”.
En cuanto a los temas que consideraría para hacer una obra hoy en día, “en general lo que siempre tengo presente es el hombre, la figura del hombre. A veces detalles, a veces situaciones”.
Para Kohen su obra favorita es una mesita con una persona sentada sola, que “siempre está muy presente en mí”.
Entre otros proyectos, Kohen desarrolla un libro de cocina con recetas familiares, ilustrado por algunas de sus obras inspirado en sus nietas, “porque son recetas que me han llegado desde mucho tiempo atrás. Ya mi abuela las había heredado desde 1800, mucho tiempo atrás y entonces me parecía justo seguir la tradición y hacerlas llegar a la nueva generación”.
Premio Figari
En el 2021, el jurado integrado por María Eugenia Grau, Daniel Gallo y Elena O’Neill, otorgaron por unanimidad, el Premio Figari, el más importante reconocimiento a la trayectoria de los artistas plásticos y visuales de Uruguay, instituido por el Banco Central del Uruguay, en 1995, y que, a partir del 2010, pasó a ser gestionado por el museo del mismo nombre.
Artistas que marcaron su arte
La artista recibió clases en el taller de Joaquín Torres García uno de sus maestros, pintor, muralista, ilustrador, escultor, teórico y profesor, que nació el 28 de julio de 1874, en Uruguay, y que se trasladó al país natal de su padre catalán, España, con su familia en 1891.
Kohen recuerda también a Julio Uruguay Alpuy, uno de sus primeros maestros quien estuvo a cargo del taller de Torres García, como una persona “muy firme, muy exigente y que dirigía dentro de la regla, más que todo una especie de reproducción de lo visual”.
Tiempo después, trabajó con el pintor, ceramista, músico uruguayo y figura clave del movimiento artístico constructivista, José Gurvich. “Fue una persona, diría más creativo y con él nos largamos sus alumnos a abrir un poco nuestra manera de trabajar, con más imaginación”.
Aunque tanto los maestros, como el fundador del taller se enfocaban en un estilo constructivista, la obra de Kohen adquirió un estilo personal totalmente diferente.
“Lo que lleva al estilo personal es simplemente uno, uno mismo. Es inevitable en el trabajar que ese estilo de uno, esa modalidad de uno, esa necesidad de uno se presente y se imponga”.
Linda Kohen admira “muchísimo” la obra de Piero della Francesca, “pero son tantos los grandes maestros que han ido pasando el mundo del arte que resulta estimulante y nos enriquece”.
Su futuro
Para el 2024, los planes y proyectos de Kohen contemplan “seguir trabajando, nada más”.
“A veces, sin que uno se dé cuenta,hay pequeños cambios. Y, a veces, simplemente faltan, pero uno se mete más a fondo. Lo más importante es trabajar mucho y estar mucho dentro de uno, con uno”, asegura la artista.
Con la sabiduría que ha acumulado a lo largo de sus 100 años de vida, Kohen recomienda a los artistas emergentes “ser muy sinceros con ellos mismos” y evitar “querer ser originales”, pues eso es algo que “viene solo eventualmente”.
“Yo creo que el mundo está muy diferente. Se mueve con mucha rapidez. Y así surgen estilos, ideas, capaz con más rapidez que antes. Yo sé que antaño los artistas a veces dibujaban o pintaban unas pocas obras por año y eso ha cambiado. Hay otro tipo de actitud y la necesidad de moverse al compás del mundo”.
Linda Kohen, Uruguay (1923)
Explora temas profundos de la vida y la muerte en sus obras de arte.
Sus creaciones sirven como un reflejo de sus intereses más significativos y profundizan en las preguntas existenciales que rodean nuestra existencia.
Con una paleta de colores deliberadamente limitada, que consiste en blancos, grises y colores sin saturar, Kohen transmite una sensación de contemplación e introspección.
En sus obras, la artista presenta al espectador figuras solitarias, a menudo envueltas en una soledad inquietante, incluso cuando están en presencia de otros. Esta representación intencional incita a los espectadores a detenerse y reflexionar sobre sus propias vidas, instándolos a dejar de lado el ruido, las distracciones de la vida diaria y centrarse en los aspectos fundamentales de su existencia.
A través de su arte, Kohen invita a los espectadores a reflexionar sobre los “quiénes”, “cómo” y “por qué” de sus vidas, alentando una exploración más profunda de sus situaciones actuales.
Al evocar una sensación de soledad e introspección, incita a la contemplación de la naturaleza fugaz de la vida y los profundos misterios que se esconden más allá.
Su obra de arte actúa como catalizador de la introspección y la autorreflexión, instando a los espectadores a contemplar su propia mortalidad y a considerar el significado más profundo que se esconde detrás de sus acciones y elecciones.
El enfoque artístico de Kohen, caracterizado por una paleta de colores sobria y un enfoque en figuras solitarias, crea una atmósfera sombría y meditativa.
Su obra sirve como una invitación visual para que los espectadores se enfrenten a su propia mortalidad y se involucren en una exploración profunda de su existencia. A través de su arte, la artista anima a trascender las superficialidades de la vida diaria y ahondar en los aspectos más profundos del ser, fomentando una comprensión y una apreciación más profundas de los misterios de la vida y la inevitabilidad de la muerte.
Próxima Exhibición
He Pintado Sola
Celebrando los 100 años de Linda Kohen
4 de octubre – 2 de noviembre
The Americas Collection, 4213 Ponce de Leon Blvd, Coral Gables, Florida, Estados Unidos.
Para asesoría a su colección, contacte: The Americas Collection 4213 Ponce de León Blvd. Coral Gables, FL 33146 / (305) 446-5578, www.americascollection.com
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