SU PIEL ESTÁ BRONCEADA POR EL SOL. Sus facciones se notan menos tensas. Desde que fue liberada ha subido cuatro kilos de peso. Gracias a unas buenas vacaciones en la playa con su hija mayor, una serie de vitaminas, calcio, otros complementos alimenticios y varios días de buen comer, la anemia va quedando atrás.
Igual que el mal ánimo y las lágrimas automáticas. Ernestina ya no llora cada vez que habla del tema o cuando recuerda las voces de los ocho victimarios que la tuvieron cautiva durante 34 días.