“Tocar el violonchelo es como cantar. Cuanto más lo pienso, más siento que debería ser como cantar… o quizás volar”, así define Lydia Shelley su relación con el instrumento que la ha acompañado desde los siete años y que, más allá de técnica o disciplina, representa para ella una forma de desahogo emocional.
La artista británica, una de las violonchelistas más sensibles de su generación, fue parte del festival Paax 2025 en Xcaret, México, donde ofreció una interpretación que emocionó tanto a la audiencia como a sus propios colegas.