Belén: la ciudad palestina marcada por una segunda ‘Navidad triste’

Magda Gibelli |

Belén (Cisjordania), (EFE).- Mientras millones de cristianos en Occidente celebran esta noche el nacimiento de Jesús, en la ciudad palestina de Belén -sur de Cisjordania ocupada y donde la tradición cristiana señala como Su cuna- la Navidad llega por segundo año consecutivo marcada por una devastadora guerra que Israelí libra en la Franja de Gaza contra el grupo islamista palestino Hamás.

«Nunca he visto una Navidad así, nunca he visto una Navidad triste como esta, nunca he visto una Navidad sin el árbol de Navidad, sin el belén, sin los grupos de exploradores que venían de Galilea, Jerusalén y otras partes para participar en la entrada del Patriarca. Solían ser al menos 37 grupos, pero ahora no queda nada», se lamentó en declaraciones a EFE el padre franciscano Ibrahim Faltas, Vicario de la Custodia de Tierra Santa.

El desfile, que en años anteriores deslumbraba por sus colores, música y alegría, este año —al igual que el anterior— fue sombrío y reducido, con la participación de apenas seis de esos grupos de jóvenes que solían formar parte del evento.

A menos de 70 kilómetros de Belén, en la Franja de Gaza, continúan los bombardeos israelíes, que comenzaron el 7 de octubre de 2023 tras el ataque de Hamás contra Israel, en el que murieron unas 1.200 personas y unas 250 fueron secuestradas.

Desde entonces, más de 45.300 personas, según fuentes palestinas en Gaza, han perdido la vida, lo que ha hecho imposible cualquier tipo de celebración para los cristianos de la región.

Entre ellos se encuentra Maikel Kanawati, un comerciante de 55 años que describe con tristeza el vacío de esta festividad. «Desafortunadamente, este es el segundo año que no podemos celebrar el nacimiento de Jesucristo. Es realmente triste. Esperamos que la próxima Navidad sea mejor», dijo con voz quebrada.

Lejos de la afluencia de años anteriores, cuando las multitudes dificultaban el paso, menos de 20 peregrinos esperaban este 24 de diciembre la llegada del Patriarca latino de Jerusalén, monseñor Pierbattista Pizzaballa, a la Basílica de la Natividad de Belén.

Destrucción en Gaza

Pizzaballa, quien logró entrar en Gaza para oficiar una misa el domingo pasado, compartió con los asistentes sus impresiones sobre la situación en el enclave: «Vi destrucción, pobreza, desastre y guerra, pero también vi vida. Eso no nos lo han quitado», afirmó, tras su segunda visita a la Franja en lo que va del año.

Las calles de Belén, que en otras épocas estarían repletas de peregrinos y comerciantes, hoy se encuentran prácticamente vacías. Algunos vendedores se esfuerzan, sin éxito, por vender sus productos en las inmediaciones de la Basílica, afectados por la falta de turistas y fieles, y una economía local en crisis.

Los ingresos del turismo son la base de la economía en Belén, y de acuerdo con cifras de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) -que gobierna parcialmente en Cisjordania-, este territorio pierde 2,5 millones de dólares diarios sin turismo, el 60 % (1,5 millones) de esas pérdidas proceden de Belén.

Una cárcel a cielo abierto

Las restricciones impuestas por Israel al movimiento de palestinos en Cisjordania, que requieren un permiso especial para cruzar los puestos de control militares y acceder a ciudades como Jerusalén, también han limitado la llegada de muchos palestinos cristianos que tradicionalmente solían hacerlo en estas fechas.

«Desde que comenzó la guerra, ya no se puede salir. Estamos hablando de miles de personas que trabajaban en Israel, y ahora miles de familias sin ingresos ni salarios. Belén se ha convertido en esta guerra en una prisión a cielo abierto», explicó fray Faltas.

Según cifras del Gobierno palestino, la inflación en Cisjordania superó el 70 % en noviembre de este año. Además, Israel ha recaudado mensualmente 188 millones de dólares en impuestos en nombre de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), pero retiene la mayoría de estos fondos, lo que ha afectado el pago de salarios y la prestación de servicios públicos en la región.

El padre Faltas destacó que la incertidumbre ha apagado las celebraciones y señaló que muchas familias han emigrado este año en busca de un futuro mejor, inalcanzable en Belén.

«Desde que comenzó la guerra, 147 familias cristianas han abandonado Belén. ¿Se imaginan Belén, donde nació el Príncipe de la Paz (en referencia a Jesús), sin cristianos locales? Esa es nuestra mayor preocupación», agregó.

Pese a las difíciles circunstancias, los habitantes de Belén mantienen la esperanza de que, en las próximas Navidades, las calles de la ciudad vuelvan a llenarse de vida.