Dili (EFE).- El papa celebró este martes una misa en la explanada de Taci Tolu, en Dili, en su segundo día de visita a Timor Oriental, en la que participaron 600.000 fieles, la mitad de los 1,3 millones de habitantes del país considerado el más católico del mundo, sin contar el Vaticano.
Las autoridades del país comunicaron que en la explanada y en las zonas adyacentes se calculó la presencia de unas 600.000 personas en uno de los eventos más multitudinarios del pontificado de Francisco en proporción con el número de habitantes.
Ya desde este lunes, los habitantes de Dili y timorenses llegados desde todo el país se concentraron en este espacio natural donde también celebró una misa san Juan Pablo II en 1989, cuando Timor Oriental aún era una provincia invadida por Indonesia y que puso en el foco de atención del mundo las reivindicaciones de independencia.
Ambiente festivo y de euforia
Francisco fue recibido por una marea de paraguas amarillos y blancos, los colores del Vaticano, en un ambiente totalmente festivo y eufórico en este lugar, donde se enterraban en fosas comunes a los guerrilleros y se proclamó la independencia tras 25 años de guerra y el referéndum de 1999.
Hasta Taci Tolu llegaron no sólo los habitantes de la capital sino de todas las partes del país y también algunos peregrinos de Indonesia, de la cercana Timor Occidental y Australia, la mayoría de ellos ataviados con las camisetas conmemorativas del viaje y que se podían observar por toda la ciudad, para el que se ha convertido en uno de los grandes eventos de la historia de la joven nación.
A su llegada, el papa fue agasajado con danzas tradicionales y saludó a algunos de los presentes antes de la misa.
Debido al calor, recorrió en papamóvil la explanada para saludar a los fieles sólo después de la ceremonia.
Nuevo llamamiento a la protección de los menores
En la homilía, en español y traducida al tetum, Francisco habló de la alegría del nacimiento de un niño y afirmó que en Timor Oriental “es maravilloso lo que pasa cuando nace un bebe” y que aquí en este país “hay muchos niños” y es “un país joven en el que en cada rincón la vida se siente palpitar y bullir”.
Además señaló que “hacer espacio a los pequeños, acogerlos, cuidarlos, y hacernos también todos nosotros pequeños ante Dios y ante los hermanos, son precisamente las actitudes que nos abren a la acción del Señor”.
Un llamamiento a la protección de los menores, al que también se refirió ayer, en un país en que que hace unos años estalló el escándalo de los abusos cometidos por el obispo premio Nobel de la paz en 1996, Carlos Ximenez Belo.
El papa continuó su homilía pidiendo a los fieles de uno de los países más pobres del mundo: “Queridos hermanos y hermanas, no tengamos miedo de hacernos pequeños ante Dios y los unos frente a los otros; de perder nuestra vida, de dar nuestro tiempo (…) para la acogida a los demás”.
El papa terminará este martes su visita a Timor Oriental con un encuentro con jóvenes para después volar a Singapur, última etapa de su gira por Asia y Oceanía.