Noemí Jabois |
Alepo (Siria), (EFE).- En Alepo, en el noroeste de Siria, los cristianos celebran la Navidad como cada año, pese a la reciente llegada al poder de los islamistas, quienes incluso están ayudando a colocar árboles navideños y se hacen ‘selfies’ con las decoraciones antes que los propios miembros de esta minoría.
Un árbol altísimo pero esquelético con la bandera de la nueva Siria, adoptada tras el derrocamiento de Bachar al Asad, se erige en una de las plazas del barrio armenio de Alepo, donde muchos negocios exhiben guirnaldas y las tiendas de dulces venden chucherías adornadas con la cara de Papá Noel.
La victoria de los rebeldes liderados por la alianza islamista Organismo de Liberación del Levante trajo consigo miedos sobre la seguridad de las minorías religiosas en este país de mayoría suní, pero dónde se estimaba que antes de la guerra civil un 10 % de la población era cristiana.
Tras el exilio de millones de sirios, se calcula que ahora los cristianos rondan el 3 % de la población.
Al menos por el momento, las nuevas autoridades insurgentes les han enviado un mensaje de tolerancia y unidad, haciendo que la comunidad aborde esta Navidad con casi total normalidad, según más de una decena de cristianos de diferentes sectas consultados por EFE en Alepo.
«Empezaron a poner árboles con nosotros y se toman fotos con ellos antes que nosotros», afirma entre risas la joven Tsoler, de 33 años.
Miedo inicial
Alepo fue la primera ciudad tomada por los insurgentes durante la rápida ofensiva que lanzaron hace ya casi un mes.
«Cuando entraron al principio sinceramente nos asustamos, porque no les conocemos y todo lo que nos solían decir sobre ellos era completamente lo opuesto», reconoce Tsoler en una cafetería hasta arriba de luces, guirnaldas y bastoncillos de caramelo gigantes.
Para la joven cristiana, las dudas iniciales se disiparon una vez recibieron garantías de respeto por parte de los rebeldes, que entraron a la ciudad a finales del pasado noviembre sin topar con apenas resistencia por parte de las tropas del antiguo régimen, que colapsaron ante una ofensiva relámpago que dejó al país boquiabierto.
La vecina de Alepo cuenta que por aquel entonces ya había colocado los adornos navideños en su casa y que estos se han quedado en su sitio tras la «liberación» de la urbe.
«No hay miedo, al contrario, los chicos son como nosotros y nos están protegiendo. Están en contra de cualquier cosa que nos restrinja o nos atemorice, y de no celebrar (la Navidad). Están celebrando con nosotros y están decorando con nosotros», mantiene.
Otro residente, que pide el anonimato, reconoce que el día de la entrada de los rebeldes fue «aterrador», y que incluso se planteó enviar a su mujer y sus hijos a otra ciudad. No obstante, coincide en que la actitud de los islamistas hacia su comunidad ha resultado ser la «opuesta» a la que temían.
«El primer día teníamos miedo por ser cristianos, pero después para nada. Los chicos son muy relajados, solo vemos respeto por su parte, incluso más que por parte de la población de aquí», defiende en declaraciones a EFE.
Caos y crisis
Como a Tsoler, lo que realmente le preocupa es la pésima situación económica en el país, que deja una sensación de indiferencia ante las fiestas, en su caso acrecentada por tener a todos sus familiares en el extranjero a causa de la ola masiva de huidas ocurrida durante el conflicto.
«Ya casi es Navidad, pero la gente está sin un duro, la gente no tiene dinero. Ni siquiera a las iglesias les importa y el nuevo Gobierno que ha llegado no tiene nada que ver con esto», sentencia.
A todo ello se suma que en esta etapa caótica de transición no tienen a quién reportar que llevan tres días sin electricidad por una avería en un poste de la luz, ni hay patrullas de la Policía rebelde en este barrio cristiano para protegerles de las potenciales amenazas de seguridad.
Y es que estas Navidades caen en tiempos extraños para Siria.
Pese a que todo es nuevo a su alrededor, esta mañana los niños del colegio católico vinculado a la iglesia de San Jorge de Alepo cantan villancicos a pleno pulmón alrededor de una profesora disfrazada de Papá Noel y esperan con ganas a que comience el prometido reparto de regalos.
Van a hacer «todo lo que hacían cada año», incluidas «muchas» celebraciones planeadas para mañana, 25, tanto en la iglesia como en las diferentes salas de clase, asevera a EFE el padre Fadi Najjar, responsable del centro y quien reconoce tener un poco de miedo por no conocer aún «bien» a las nuevas autoridades.
«Nosotros los cristianos estamos aquí en Alepo, en Siria, y vamos a seguir a pesar de todo lo que está pasando en esta ciudad. Nosotros, los cristianos, somos gente de esperanza», concluye el religioso.