Medellín (Colombia) (EFE).- El Gobierno colombiano pidió perdón en Medellín por más de 30 ejecuciones extrajudiciales o falsos positivos de civiles cometidas en el departamento de Antioquia (noroeste) por miembros del Ejército para presentarlos como guerrilleros de las FARC muertos en combate y así inflar sus logros y recibir recompensas o beneficios.
En el Museo Casa de la Memoria se revivió uno de los capítulos más oscuros del país a través del relato de familiares durante un acto de reconocimiento de responsabilidad por “falsos positivos” encabezado por el ministro de Defensa, Iván Velásquez, y el comandante del Ejército Nacional, general Luis Emilio Cardozo, quienes pidieron perdón por 35 desapariciones y ejecuciones extrajudiciales ocurridas en Antioquia entre los años 1998 y 2009.
6.402 ejecuciones extrajudiciales o falsos positivos en Colombia
Según datos de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), en Colombia se cometieron 6.402 ejecuciones extrajudiciales, de las cuales 1.613 se perpetraron en Antioquia, entre ellas el caso de Darwin Andrés Sánchez García, que dejó a sus familiares “muertos en vida” tras no regresar de un viaje a la costa con dos amigos.
“Su vida se les apagó porque la gran élite de los militares de aquella época, con su alma de mercenarios, salieron en jauría a cazar y ellos fueron probablemente sus primeras víctimas”, expresó María Consuelo García en una sentida intervención, en la que vistió una camiseta con la imagen de su hijo Darwin Andrés.
Para ella, dijo a periodistas, en estas excusas públicas se ve “buena voluntad” y las sintió como una “brizna de alegría” que le da tranquilidad porque a su hijo no volverá a señalársele como guerrillero, algo que también valora Isabel Castro, hija adoptiva de Omar de Jesús Gutiérrez, un ayudante del vehículo de servicio público ejecutado en 2004.
Luego de dos décadas y de recordar ante un auditorio atiborrado que en el último diálogo con su padre le prometió que irían a comprar el vestido para celebrar sus 15 años, el clamor de Isabel es el mismo de todos los familiares: “Que su nombre quede limpio porque todo el pueblo de Abejorral sabe que era hombre ejemplar”.
Una práctica vergonzosa
En una larga intervención, uno a uno, el ministro de Defensa pronunció los nombres de las 35 víctimas de falsos positivos y añadió detalles de sus casos, además de exaltar la labor de las familias por hallar “una verdad que pudo haber permanecido oculta” sobre hechos “totalmente reprochables”, cometidos por miembros del Ejército que asumieron papeles “tan repudiables” y actuaron en contra de la población.
“Como ciudadano y ministro, me avergüenza y debe avergonzarnos a todos los que hemos conocido como ‘falsos positivos’, verdaderas ejecuciones extrajudiciales”, aseveró Velásquez, quien expresó que vino “a pedir perdón en nombre del Estado colombiano”.
“Hoy los reivindicamos como personas. Fueron falsamente presentadas ante el país y no tenían pertenencia a grupos guerrilleros, no tenían pertenencia a organizaciones ilegales y no se habían enfrentado en combate, no tenían armas”, aseguró el ministro.
Limpiar sus nombres
Con retratos en mano, subieron al escenario tres mujeres, una de ellas Lina Barrera, la hija de Juber Barrera Pino, “asesinado por los delincuentes del Ejército el 12 de agosto 2009 en el municipio de Donmatías junto con dos integrantes” de la familia en un acto de “abuso de poder”.
“Con el perdón que están pidiendo, no cambian nada (…) mi papá no merecía lo que hicieron”, soltó la joven, algo consternada.
“Un gran montón de asesinos es lo que tiene el Ejército nacional”, ya había enunciado María Olivia Roldán al hablar de la muerte de su hijo Gonzalo Correa Roldán, un ingeniero asesinado junto a su amigo Mauricio Mazo Zapata en un paraje rural del municipio de Yarumal.
Por su parte, Jorge Vásquez eligió “recibir el perdón para sentirnos libres”, pese al dolor que representó la muerte de su hermano Uriel Vásquez y pedirle a los militares que “enfrenten la verdad”.
También lo entendió así Ángela Marulanda, madre de Gabriel González y Gustavo Tejada, y lo expresó en una carta, al considerar que “el odio solo perpetúa el ciclo de violencia”, además de solicitar que el nombre de sus hijos “quede libre de todo señalamientos y sean reconocidos como víctimas del conflicto armado”.