Gabriela Aguirre es gelatiere y la creadora de Encantería, una marca de helados en Ecuador.
Por Milagros Sánchez Pinell
Gabriela Aguirre después de trabajar en el área de publicidad con su esposo, donde estuvo expuesta mucha creatividad, encontró su verdadera pasión a los 28 años: crear sabores únicos de helados que pudieran disfrutarse y compartirse.
De allí nace Encantería, una marca de helados super premium que tiene como principales ingredientes la creatividad, autenticidad, esfuerzo y perseverancia de su creadora, quien, desde hace más de cinco años, ha logrado hechizar los paladares de grandes y chicos.
“Encantería ha sido para mí un medio de expresión sin límites, un modo de hacer tangibles mis estados de ánimo y mis añoranzas. De transformar en un producto el recuerdo de un momento o de alguien que me ha marcado. Sobre todo, de enseñar a los míos la alegría de amar el trabajo”, expresó la empresaria.
Gabriela, quien de niña soñaba con ser entrenadora de ballenas, se define como una persona curiosa, golosa, exploradora y perfeccionista con su arte, pero a su vez amante de lo imperfecto. De su madre aprendió el amor infinito y de su padre, a nunca rendirse y soñar en grande.
Confiesa ser una “todóloga” dentro de su empresa, fundada en 2016. Sin embargo, sus roles más importantes son los de maestra gelatiere y gerente de producción.
“Como maestra gelatiere, me encargo de pensar y crear sabores nuevos, desarrollar todas las fórmulas de cada producto, conducir las pruebas necesarias para hacerlas realidad y darles el nombre y personalidad que merecen. Como gerente de producción, me toca proyectar y planificar lo que se va a fabricar, asegurar que tengamos los insumos necesarios y buscar ingredientes nuevos”, explicó.
Gabriela también juega un papel importante en comunicación y marketing, áreas clave para Encantería. Su experiencia en la agencia de publicidad Fly Casa Creativa, que ella y su esposo poseen, le ha permitido manejar la comunicación de la marca desde sus comienzos.
“La forma de contar nuestros sabores, tan poética, su storytelling y la parte visual de la misma creo que marcaron un precedente y un ejemplo para otras marcas de nuestra misma categoría y de otras marcas en general”, indicó.
Un crecimiento vertiginoso
Actualmente, Encantería tiene dos locales de heladería y cafetería, uno en el Mall del Sol y otro en Arcos Plaza, en Guayaquil, Ecuador. Además, cuenta con una planta de producción con maquinaria de alta gama que garantiza mayor calidad en sus productos y procesos. Hoy en día, 18 personas están detrás de la marca.
En cuanto a los productos, la empresaria explicó que todos sus helados se elaboran desde cero con los mejores ingredientes naturales del mercado.
Encantería produce y comercializa 12 sabores todo el año, más dos sabores estacionales que rotan cada tres meses para mantener la esencia creativa y exploradora. Además, continúa innovando con sabores veganos. En 2022, acompañados de una médica diabetóloga, sumaron a su oferta dos sabores sin azúcares para el consumidor diabético.
“Es una marca que sabe escuchar a su comunidad para transformar sus deseos en realidad y, con ello, hacen tangible la magia a través de sus helados”, aseguró.
Sus sabores estrella son: “Vainilla de Madagascar», hecho con vainas de vainilla importadas de la isla africana, una propuesta que, según su creadora, hará al cliente pensar dos veces antes de decir que el helado de vainilla es básico o simple, y “Pistacho”, considerado su obra maestra.
“Creo que el sabor de vainilla debería ser el mandatorio y principal en el recetario de todo heladero y es el que debería darte la sensación de cómo serán el resto de los sabores, es decir, fabulosos. En cambio, nuestro Pistacho, elaborado con pistachos californianos, tiene un sabor inconfundible y único, ya que la pasta de pistacho que saboriza el helado es hecha por nosotros y tiene pistachos caramelizados que le aportan un toque crocante”, dijo.
De la curiosidad germinó un grandioso proyecto
Sobre su origen, relató que Encantería es una historia que nació de su curiosidad por saber cómo sabía un helado hecho con vainas de vainilla de verdad, debido a que nunca había probado uno que le fascinara, a pesar de ser su sabor favorito.
Esa inquietud la llevó a aprender un poco sobre las diferentes especies de vainilla y a cómo preparar helados en casa. Para ello, compró una pequeña máquina casera y comenzó a experimentar.
Si bien nunca pensó en convertirlo en un negocio, un día la receta quedó tan buena que su esposo Rafael le dijo: “¡Esto está para la venta!”.
Gabriela, más motivada que nunca y con deseos de seguir aprendiendo, comenzó a investigar cómo incorporar nuevos sabores a sus helados y a crear toppings que dieran diferentes texturas a cada mordida.
Posteriormente, emprendió un largo viaje de estudios y experiencias por diferentes países para aprender sobre este frío y placentero arte.
La decisión implicó dejar a su esposo y a sus tres hijos en Ecuador durante varios meses mientras estudiaba y hacía sus pasantías.
Su recorrido de aprendizaje inició primero en una gelatería artesanal en Bolonia y Ferrara en Italia y luego en una heladería industrial en Penn State University en Pensilvania. Por último, en una heladería vegana en Austin, Texas. También tomó múltiples cursos para estar siempre actualizada a lo largo de los años.
Durante su formación, entendió que, al final de todo, es un proceso químico y físico de reacciones entre ingredientes para lograr una fórmula que ayude a destacar su producto.
“Ha sido un viaje increíble, lleno de aprendizajes, aciertos, errores, noches en vela, personas que genuinamente han estado pendientes de que la marca progrese y de nunca rendirse”, expresó.
Por otra parte, reconoce que, como toda emprendedora, se ha enfrentado a momentos de inseguridad, miedo y desconfianza en sí misma, pero siempre ha contado con el apoyo incansable de su esposo, hijos, familia, amigos y colegas.
Fue así como esta dulce historia, que, por falta de capacidad de producción y almacenamiento, empezó con dos sabores diferentes que rotaban cada semana, con un stock limitado y vendiéndose en la puerta de la casa de su entusiasta creadora, terminó convirtiéndose en una marca con alto potencial de crecimiento.
Encantería, palabra portuguesa que significa hechizo o encantamiento, es todo lo que Gabriela quiere transmitir a quienes prueban sus múltiples sabores.
“Quiero que cada bocado que llevan a su boca sienta que es magia pura. Sueño con ver mi marca en otros países porque creo que es un producto con mucho potencial internacional y que, con mucho orgullo, represente a Ecuador como exponente de calidad y creatividad”, concluyó Gabriela.
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