Hay símbolos que no necesitan oro ni adornos para dejar huella. En el caso del papa Francisco, uno de los gestos más potentes —y discretos— de su pontificado fue su elección de calzado.
Desde que apareció en el balcón del Vaticano en 2013, quedó claro que Bergoglio no seguiría los pasos de sus antecesores en muchos sentidos. Y eso también incluía, literalmente, los zapatos que llevaba. Eligió usar los mismos zapatos negros que había usado durante más de 40 años, y un cargo no lo haría cambiar de decisión.