Es difícil de creer que, en un mundo donde la salud pública ha alcanzado relevancia y avances inimaginables en los últimos 50 años, México esté rezagado en el desarrollo de una medicina moderna. Esto se debe principalmente a dos factores: la falta de recursos y la ausencia de personal capacitado en la toma de decisiones presupuestales.
El Gobierno Federal destina solo el 2.5% del PIB al sector salud, lo que representa un recorte del 11% respecto a 2024. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda invertir por lo menos el 6% del PIB en salud pública, lo que deja a México con una brecha presupuestaria de 3.5 puntos porcentuales. Sin embargo, el problema no radica únicamente en los recursos, sino también en quién toma las decisiones. A los gobernantes no les ha quedado claro que en la medicina no se puede escatimar.
Cada día, la percepción pública refleja un sistema de salud deplorable: hospitales públicos sin suturas, quirófanos sin aire acondicionado, carencia de medicamentos del cuadro básico y otras deficiencias que generan frustración entre los derechohabientes. Curiosamente, la molestia no se dirige hacia quienes deciden el presupuesto, sino hacia el personal de salud que, pese a las limitaciones, hace lo imposible por cumplir con su labor. Es necesario dejar de malgastar recursos en proyectos innecesarios y priorizar la inversión en un derecho humano fundamental como la salud.
El nombramiento del Dr. Hugo López-Gatell como representante de México ante la OMS, con sede en Ginebra, Suiza, ha generado controversia y animadversión en el gremio médico. Durante su gestión, no siguió las recomendaciones de la OMS y, en ocasiones, sus decisiones carecieron del respaldo de la medicina basada en evidencia, lo que generó críticas por priorizar intereses políticos sobre la salud pública. Resulta inverosímil y vergonzoso que alguien señalado por un manejo tan cuestionable de la pandemia sea designado para un cargo tan honorable como la representación de México ante la OMS.
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En México, las decisiones en salud pública deberían estar en manos del personal más capacitado, sin importar partido político, ideología, religión o género. Es urgente reformar el sistema de salud, empezando por mejorar los procesos de formación, los sueldos, los horarios y los insumos necesarios para que los profesionales puedan ejercer su profesión de manera digna, además de dejar de premiar a personajes con un pasado laboral tan oprobioso.
Por: Dr. Maximiliano Sánchez Téllez-Girón
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