¿Te acuerdas del año 2000? Algunos decían que el mundo se iba a acabar, que las computadoras colapsarían y que habría que despedirse de todo lo que conocíamos hasta ese momento. Pero no. Cuando terminamos de comer las 12 uvas junto con las campanadas, nada se detuvo: le dimos la bienvenida a un nuevo año, a un nuevo siglo y a un nuevo milenio. El mundo no terminó, solo empezó a cambiar.