En punto de las cinco de la tarde, el Auditorio Nacional vivió una auténtica revolución de emoción y adrenalina con la llegada del inigualable Tom Cruise.
Fiel a su estilo audaz y lleno de energía, el actor arribó en una camioneta Suburban negra, pero no tardó ni un segundo en dejar claro que no venía solo a cumplir con una rutina más.